Aquí está mi primer (y creo que último) proyecto de decoupage y afieltrado.
El
afieltrado es divertido, metes un trapo de lana en la lavadora y hop! como si fuese una caja mágica te lo devuelve encogido y gurruñoso (esto es mucho menos divertido cuando te pasa con una chaqueta a la que querías mucho y que no tenías intención de afieltrar)
En cuanto al
decoupage:
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a) es pringoso, dos meses después y creo que aún tengo alkil bajo las uñas.
b) hay que ser muy cuidadosa para recortar y manejar un papelillo que se rompe, se dobla, se estruja, todo esto en un entorno pegajoso
c) El resultado, al menos en mi caja, es que ahora no se cierra bien, debido al ligero aumento de grosor al pegar laminitas de papel por todos lados (quizás debiera haberme limitado a la parte de arriba, pero es que no me gustaba el color de la lata)
Conclusión:
1) Si algún día me emperro en cerrar la caja a conciencia a pesar del aumento de grosor de los bordes y hay un ataque nuclear, creo que mis alhajas sobrevivirán y a los supervivientes les costará rescatarlas, dada la pegajosidad de los cantos del cierre de la caja
2) Si vuelvo a necesitar transformar una lata en algo diferente, le preguntaré primero a la lata. Si no me contesta daré por hecho que no quiere ser transformada. Y en todo caso la pintaré con pincelito y pinturas, como siempre se ha hecho. Si me contestase, bueno pues volveré al decoupage (y entonces publicaré una entrada "Decoupage segunda e inesperada parte y el extraño caso de la lata parlante")